
"Me propuse viajar". El aislamiento que sentimos en ciudades nuevas, en residencias desconocidas, me asusto. Al sentirme tan abandonado sobre la tierra, tan insignificante, tube que regresar al escondite que donde reconozco las puertas y, entonces, la inmutable fisonomía de los muebles, fijos en el mismo lugar ,las razgaduras de mis sillas, que yo conoci nuevas, el olor de mi habitación --cada cuarto que habitamos, con el tiempo adquiere un olor especial-- acabaron produciondome nauseas y la negra melancolia de vivir mecanicamente.
Todo se repite sin cesar y de un modo lamentable. Hasta la manera de introducir la llave en la cerradura; el sitio donde siempre dejo las cerillas; la mirada que al entrar esparzo en torno de mi habitacion, mientras el fuego se inicia y se inflama y todo me provoca --para verme libre de una existencia tan ruin-- a tirarme sobre el piso y arrastrar las angustias pintadas de un color rojo; solo asi no pasara tan desapercibido como pasan las sombras sobre los callejones donde vi angeles volar.
Mientras me afeito, cada ma�ana me seduce la idea de soltarme dejando caer sonrisas sobre mis ideas, y mi rostro, el mismo siempre, que se refleja en el espejo con las mejillas cubiertas de jabon, muchas veces me hizo llorar de tristeza.
Ni siquiera me complace tropezar con personas a las cuales ve�a con gusto hace tiempo; las conozco tanto que adivino lo que me dir�n y lo que les dir�; a fuerza de razonar con las mismas, descubrimos la asilaci�n de sus ideas. Cada cerebro es como un circo donde un pobre caballo da vueltas. Por mucho que nos empe�emos en buscar otros caminos, por muchas senderos que hagamos, la pista no var�a de forma ni ofrece lances imprevistos ni abre puertas ignoradas. Hay que dar vueltas y m�s vueltas, pasando siempre por las mismas reflexiones, por los mismos chistes, por las mismas costumbres, por las mismas creencias, por los mismos desencantos.
Al retirarme hoy de esta ventana, una insistente niebla invad�a la vecindad, oscureciendo los faroles, que parec�an antorchas. Pesaba el ambiente h�medo sobre mis hombros como una carga. Seguramente hago una digesti�n dif�cil. Y una buena digesti�n lo es todo en la vida. Ofrece inspiraciones al artista, deseos a los j�venes enamorados, luminosas ideas a los pensadores, alegr�a de vivir a todo el mundo, y permite comer con abundancia --lo cual es tambi�n una dicha. Un est�mago enfermo conduce al escepticismo, a la incredulidad, engendra sue�os terribles y ansias de HUIR. Lo he notado con frecuencia. Es posible que no me haya escapado esta noche, haciendo una buena digesti�n.
Empesando a revolver los recuerdos de textos, escritos bajo cielos que nos mostraban dulzura, empiezo nuevamente a dibujar una historia con recuerdos que no solo rompian con la estructura inconcebible que me tocaba vivir en este momento, sino que me daba cuenta de que los miedos amenazaban la dignidad amarga que me mostraba el sol al aparecer como detonante de alegria.
Desperte, si desperte; con sue�os olvidados y recuerdos que me hicieron pensar en un suicidio que luego transporte. No es la forma ni mis formas, no es un obstaculo, tampoco en un pelda�o. Es algo que observo por una ventana que puede existir y que tambien se puede abrir...

2 comments:
me huele a nostalgía, a ese aire viciado...a la seguridad de lo conocido que que ahoga con olor a eso que no sabes qué es, que mezcla recuerdos y olvidos baratos, de esos más presentes que la duda...de lo ligero lo pesado se hace tortura.
Cómo haces para que lo cotidiano sea extraordinario??
muy bueno, retoques a la vida de sutilezas...
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